Contar juntos y contra viento y marea

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Somos
Los
Payasos
del
Matute.
Una
compañía
de
teatro
formada
hace
13
años.
Tenemos
como
espacio
de
creación,
producción
y
trabajo
comunitario
nuestro
Centro
Cultural
Matute,
ubicado
en
Gerli,
Avellaneda.
Hacemos
trabajos
para
adultos
e
infancias.
Todas
nuestras
obras
están
atravesadas
por
los
olores
y
sonidos
del
territorio,
la
identidad
barrial
y
la
memoria
social.

Comenzamos
un
nuevo
año.
Difícil,
cuesta
arriba,
pero
produciendo
y
creando.
Estamos
convencidos
de
que
la
única
lucha
que
se
pierde
es
la
que
se
abandona.
Esta
grupalidad
que
integro
sabe
muy
bien
de
qué
habla,
en
cuanto
al
Conurbano
se
refiere,
porque
el
trabajo
sociocultural
que
realizamos
en
nuestro
espacio
(comedor
comunitario,
centro
educativo
para
discapacidad,
sala
teatral,
cursos
de
distintas
disciplinas
y
talleres)
son
el
material
con
el
cual
el
grupo
se
expresa.

Esta
temporada
nos
volvemos
a
presentar
en
CABA.
Vamos
a
estar
con
dos
de
nuestros
últimos
y
premiados
trabajos:
24
toneladas,
una
obra
pensada
para
las
infancias.
Y
Tercer
cordón
del
conurbano.
Una
tragedia
marrón,
ambas
con
dirección
de
Paula
Sánchez.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

En
el
caso
puntual
de
24
toneladas,
la
historia
está
centrada
en
un
hecho
histórico
ocurrido
en
Sarandí,
Avellaneda,
durante
la
última
dictadura
cívico-militar.
La
quema
de
24
toneladas
de
libros
de
la
editorial
Centro
Editor
de
América
Latina,
que
culminó
el
26
de
junio
de
1980,
luego
de
un
procedimiento
militar
que
duró
dos
años.

El
desafío
estaba
planteado:
cómo
traer
un
hecho
trágico
de
nuestra
historia
para
las
infancias,
sin
caer
en
lugares
comunes
o
golpes
bajos.
Cómo
generar
humor
con
nuestra
historia.
Cómo
recuperar
el
valor
de
la
lectura
y
de
los
libros
en
tiempos
de
pantallas
y
juegos
en
red.
Cómo
lograr
todo
esto
sin
banalizar
ni
vaciar
de
contenido
un
hecho
doloroso
de
nuestra
historia
reciente.

El
público
llega
al
espacio
teatral
y
se
encuentra
en
aquel
galpón
del
centro
editor,
donde
los
libros
dormían
durante
la
noche
de
la
dictadura
tratando
de
no
llamar
la
atención.
El
ingreso
es
acompañado
de
música
en
vivo
que
va
marcando
como
los
latidos
de
los
recién
llegados.

Ingresan
los
primeros
personajes,
y
el
código
circense
se
hace
presente.
Estos,
quienes
llegan
a
cuidar
los
libros,
son
un
sentido
homenaje
a
los
miembros
de
la
editorial,
Boris
Spivacow,
su
fundador,
y
Amanda
Toubes,
editora,
quien
además
fue
la
encargada
de
mantener
viva
esta
historia.

En
ese
ir
y
venir
de
ritmos
musicales,
acrobacias
circenses
y
presentaciones;
llega
una
disparatada
comitiva
militar
a
cargo
de
Juancito
De
La
Serna,
que
tal
cual,
como
la
verdadera
historia,
empiezan
a
realizar
un
conjunto
de
acciones
ridículas
para
clasificar
los
libros
entre
correctos
e
incorrectos.

En
este
tramo
la
obra
nos
lleva
de
paseo,
por
títulos
y
autores
que
fueron
prohibidos
por
la
dictadura,
pero
que
no
pudieron
ser
borrados
de
la
memoria
colectiva,
como
Un
elefante
ocupa
mucho
espacio,
de
Elsa
Boreman,
El
país
del
no
me
acuerdo,
de
María
Elena
Wash,
o
El
Principito,
de
Antoine
de
Saint-Exupéry.

La
interacción
con
las
infancias
que
están
en
el
público
es
inmediata.
En
todas
de
las
funciones
de
esta
obra
que
llevamos
realizada,
más
de
setenta,
salen
en
defensa
de
los
libros,
se
producen
abucheos
y
gritos.
El
teatro
se
convierte
en
un
foro,
en
una
asamblea.

La
comitiva
militar
decide
quemar
los
libros,
los
otros,
los
defensores
de
los
libros,
en
la
medida
de
sus
posibilidades
tratan,
de
maneras
ingeniosas,
de
dilatar
la
quema,
de
ganar
tiempo,
de
obstaculizar
sin
ser
descubiertos.
Situación
que
pone
a
la
vista
la
inoperancia
y
la
falta
de
flexibilidad
ante
la
adversidad
de
la
comitiva
censuradora.
Mientras
todos
estos
hechos
ridículos,
pero
con
rigor
histórico
suceden,
las
infancias,
desde
sus
butacas,
defienden
a
los
libros
y
a
los
personajes
que
los
ayudan.

Con
momentos
festivos
y
carnavalescos,
los
espectadores
se
van
con
la
sensación
de
haber
vencido
a
la
censura
y
el
olvido.
Los
esperamos
para
una
vez
juntxs
salvar
a
los
libros
y
la
imaginación.

24
toneladas
se
puede
ver
los
domingos
de
marzo
a
las
17,
en
el
espacio
Pompas,
ubicado
en
Av.
Brasil
2640,
en
Parque
Patricios.

*Actor
de
24
toneladas
e
integrante
de
la
compañía
Los
Payasos
del
Matute.