
Jon
Spencer
vuelve
a
la
Argentina
con
una
explosiva
gira
sudamericana.
El
legendario
Jon
Spencer
regresa
a
Buenos
Aires
con
su
nuevo
trío,
compuesto
por
Kendall
Wind
en
bajo
y
Macky
Spider
Bowman
en
batería
(ambos
miembros
de
The
Bobby
Lees).
El
show
está
programado
para
el
martes
1°
de
abril
de
2025
en
Niceto
Club,
donde
recorrerá
los
clásicos
de
Blues
Explosion,
Pussy
Galore,
Hitmakers
y
más.
En
una
charla
exclusiva
con
PERFIL,
el
carismático
líder
habla
sobre
su
relación
con
la
música,
la
evolución
del
rock
y
la
importancia
del
arte
como
motor
de
la
comunidad.
—Tu
música
siempre
tuvo
una
energía
visceral
y
un
sonido
inconfundible.
¿Qué
es
lo
que
te
sigue
impulsando
a
subir
al
escenario?
—Es
difícil
explicarlo
sin
sonar
como
un
fanático
del
oficio,
pero
la
música
es,
para
mí,
una
forma
de
vida.
No
es
solo
una
profesión,
es
una
necesidad.
Desde
que
comencé
con
Pussy
Galore
hasta
ahora,
siempre
he
sentido
que
el
escenario
es
mi
espacio
natural,
el
lugar
donde
puedo
canalizar
toda
esa
energía
cruda
que
de
otra
manera
no
podría
liberar.
Y
lo
que
realmente
lo
mantiene
fresco
es
la
conexión
con
la
gente.
No
se
trata
solo
de
tocar
canciones,
sino
de
compartir
algo
genuino,
algo
que
se
siente,
que
nos
golpea
en
el
pecho
y
nos
recuerda
por
qué
la
música
importa.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
—A
lo
largo
de
tu
carrera,
has
desafiado
los
límites
del
blues,
el
punk
y
el
noise.
¿Sentís
que
el
rock
sigue
teniendo
el
mismo
impacto
que
antes?
—El
rock
siempre
fue
un
reflejo
de
su
tiempo,
y
si
bien
la
industria
ha
cambiado,
el
espíritu
del
rock
sigue
vivo.
Ya
no
dominamos
los
rankings
de
ventas
ni
ocupamos
los
mismos
espacios
en
los
medios,
pero
la
esencia
sigue
intacta
en
los
lugares
donde
realmente
importa:
en
los
conciertos,
en
los
discos
que
la
gente
descubre
por
su
cuenta,
en
los
chicos
que
encuentran
un
viejo
vinilo
y
se
sienten
electrizados
por
algo
que
ni
siquiera
sabían
que
buscaban.
El
rock
no
es
un
género
de
moda,
es
una
declaración
de
principios.
Y
mientras
haya
artistas
dispuestos
a
desafiar,
a
sudar
en
el
escenario
y
a
darlo
todo
sin
pensar
en
los
números,
el
rock
seguirá
latiendo.
—Desde
Pussy
Galore
hasta
Blues
Explosion,
siempre
has
trabajado
con
diferentes
músicos.
¿Qué
es
lo
que
hace
que
un
proyecto
funcione?
—La
química.
No
hay
fórmula
secreta,
no
hay
garantía
de
que
un
grupo
de
músicos
talentosos
vayan
a
hacer
magia
juntos.
Es
algo
que
se
siente
o
no
se
siente.
Con
Kendall
y
Macky
encontré
algo
especial:
son
jóvenes,
tienen
esa
actitud
feroz,
ese
hambre
de
destrozar
todo
cada
noche,
y
eso
me
motiva
a
mí
también.
Cuando
el
grupo
está
en
sintonía,
se
convierte
en
una
bestia
propia,
algo
que
no
se
puede
replicar
en
un
estudio.
Es
la
razón
por
la
que
sigo
girando:
para
encontrar
esos
momentos
de
pura
electricidad.
—Hablando
de
conexiones,
el
rock
también
es
una
comunidad.
¿crees
que
esa
sensación
sigue
presente
en
la
escena
actual?
—Absolutamente.
Puede
que
los
tiempos
hayan
cambiado,
pero
el
espíritu
sigue
ahí.
Veo
bandas
emergentes
que
entienden
la
importancia
de
crear
una
comunidad,
de
apoyarse
entre
sí.
El
rock
no
se
trata
solo
de
un
grupo
tocando
sobre
un
escenario,
se
trata
de
la
gente
que
está
ahí,
de
los
fanzines,
de
los
clubes
pequeños
donde
se
siguen
organizando
shows
autogestionados.
Se
trata
de
las
conexiones
que
se
forman
fuera
del
mainstream,
en
esos
espacios
donde
la
pasión
es
más
importante
que
la
rentabilidad.
Eso
es
lo
que
siempre
me
ha
atraído
del
rock,
y
es
lo
que
lo
hace
eterno.
El
pasado
revisitado
J.M.D.
—¿Qué
es
lo
que
te
sigue
desafiando
como
artista?
—Siempre
hay
algo
nuevo
por
explorar.
No
importa
cuánto
creas
que
sabes,
siempre
hay
sonidos
por
descubrir,
cosas
por
probar,
formas
de
tocar
que
nunca
consideraste.
Me
gusta
sentir
que
estoy
en
constante
movimiento,
que
nunca
me
quedo
cómodo
en
un
solo
lugar.
La
comodidad
es
el
enemigo
de
la
creatividad.
Si
una
vez
siento
que
me
estoy
repitiendo,
que
estoy
haciendo
algo
solo
por
inercia,
sabré
que
es
momento
de
cambiarlo
todo
otra
vez.
—Tocar
en
Buenos
Aires
siempre
es
una
experiencia
especial
para
los
músicos.
¿Qué
recuerdos
guardás
de
tus
visitas
anteriores
y
qué
expectativas
tenés
para
este
show
en
particular?
—Buenos
Aires
tiene
una
energía
única.
Cada
vez
que
toqué
allí,
el
público
fue
increíblemente
cálido
y
entregado.
La
intensidad
de
la
ciudad,
su
historia
musical,
esa
mezcla
de
pasión
y
cultura,
se
siente
en
el
aire.
Las
veces
anteriores
me
han
dejado
recuerdos
imborrables,
como
esos
momentos
de
conexión
total
con
la
gente.
No
hay
nada
más
poderoso
que
ese
intercambio
con
el
público,
y
Buenos
Aires
es
uno
de
esos
lugares
donde
todo
se
magnifica.
—Hoy
en
día,
la
relación
entre
el
rock
y
la
política
parece
haber
cambiado.
¿Cómo
ves
al
rock
en
relación
con
el
contexto
político
actual?
—El
rock
siempre
fue
un
reflejo
de
la
sociedad,
y
la
política,
una
parte
fundamental
de
eso.
En
los
60
y
70,
el
rock
se
involucró
en
los
movimientos
sociales,
pero
hoy
en
día,
no
siempre
se
ve
esa
misma
conexión.
Creo
que
el
rock
sigue
teniendo
una
función
vital.