
La
monarquía
española
vuelve
a
estar
en
el
centro
de
la
polémica
y,
esta
vez
todas
las
miradas
cayeron
ante
la
infanta
Cristina,
quien
estaría
manejando,
de
forma
activa,
cuatro
cuentas
bancarias
con
saldos
millonarios,
registradas
a
nombre
de
terceras
personas
y
completamente
al
margen
del
control
de
Hacienda
española.
Detrás
de
este
esquema
financiero
aparece
la
figura
del
rey
emérito
Juan
Carlos
I,
complicando
las
cosas
para
el
rey
Felipe
VI
y
Letizia
Ortiz,
quienes
intentan
mantener
a
flote
la
imagen
de
la
Corona.
Según
indicaron
medio
españoles,
Juan
Carlos
comenzó
a
acelerar
los
trámites
para
garantizar
la
distribución
de
su
patrimonio
sin
la
intervención
del
Estado.
Esto
se
da
en
el
marco
del
deterioro
en
su
salud,
que
en
los
últimos
meses
estuvo
en
la
mira.
Este
plan
excluye
por
completo
al
rey
Felipe
VI
y
a
sus
hijas,
Leonor
y
Sofía,
quienes
no
solo
no
figuran
en
la
distribución
de
bienes,
sino
que
también
quedaron
afuera
de
las
asignaciones
mensuales
que
el
emérito
dispuso
para
el
resto
de
sus
descendientes.
Cristina
de
Borbón,
la
administradora
de
la
herencia
de
Juan
Carlos
I
La
infanta
Cristina,
actualmente
residente
en
Ginebra,
asumió
un
rol
clave
en
la
administración
del
patrimonio
familiar.
Desde
Suiza,
gestiona
cuatro
cuentas
bancarias
que
contienen
fondos
millonarios.
Según
fuentes
cercanas
al
entorno
real,
la
infanta
Cristina
es
quien
reparte
las
generosas
pensiones
mensuales
que
Juan
Carlos
I
destinó
a
sus
nietos:
nada
menos
que
10.000
euros
por
mes
para
cada
uno.
Esta
cifra
no
solo
asegura
el
bienestar
económico
de
los
beneficiarios,
sino
que
también
garantiza
que,
pase
lo
que
pase
con
la
institución
monárquica,
su
linaje
más
cercano
mantendrá
un
elevado
nivel
de
vida.
Con
esta
estrategia,
Juan
Carlos
I
parece
haber
logrado
su
objetivo:
dejar
a
su
linaje
directo
bien
cubierto,
pero
lejos
de
la
lupa
judicial
española.
Su
plan
no
solo
prevé
la
asignación
mensual
de
fondos,
sino
que
también
asegura
que
sus
nietos
sean
incluidos
en
el
testamento
y
reciban
parte
de
una
fortuna
que,
hasta
el
día
de
hoy,
es
incalculable.
Mientras
tanto,
Cristina
de
Borbón
continúa
su
vida
tranquila
en
Suiza,
alejada
del
foco
mediático,
pero
al
mando
de
una
estructura
financiera
que,
con
el
paso
del
tiempo,
podría
transformarse
en
una
nueva
bomba
para
la
imagen
de
la
Corona.
En
una
España
cada
vez
más
crítica
con
los
privilegios
de
la
realeza,
este
tipo
de
noticias
solo
profundizan
la
brecha
entre
la
Casa
Real
y
la
ciudadanía.