
Me
gustaría
contar
cómo
nace
esta
trilogía
que
hoy
se
cierra
con
Devorando
el
vacío.
Allá
por
2016,
la
Compañía
Demasiado
Gorda
inauguraba
la
escena
con
su
primer
obra
Carne
picada.
Honestamente
en
esa
instancia,
como
directora
no
tenía
en
mente
nada
en
relación
a
darle
continuidad
a
ese
primer
trabajo.
Allí
deposité
todo
lo
que
vivía
y
sentía
mi
imaginario.
Con
la
premisa
de
transformar
lo
horroroso
en
belleza
y
utilidad,
en
esta
obra
irrumpen
por
primera
vez
los
personajes
de
El
Oso
y
la
mujer
que
se
desespera
por
comer
frutillas
sin
poder
lograrlo.
Pasaron
varios
años
en
donde
se
sucedieron
otras
creaciones
escénicas,
hasta
que
llegó
El
filo
de
las
cosas.
La
segunda
obra
de
la
trilogía,
donde
cuento
la
historia
de
esta
mujer-oso.
Totalmente
autobiográfico,
el
unipersonal
evoca
diferentes
momentos
desde
el
nacimiento,
hasta
la
madurez
de
ese
personaje
(que
soy
yo,
ja).
Una
obra
exacerbada
de
emotividad.
Devorando
el
vacío,
la
última
creación
de
la
compañía
es
una
obra
mucho
más
cruda.
La
trilogía
se
cierra
con
la
puesta
en
escena
de
la
relación
entre
la
enfermedad
y
la
mujer
oso.
De
cómo
la
patología
(TCA)
domina
y
de
cómo
de
alguna
manera
es
dominada;
de
cómo
las
diferentes
entidades
que
conviven
y
conforman
a
la
mujer
oso,
finalmente
llegan
a
un
acuerdo,
dado
que
van
a
convivir
por
siempre.
De
cómo
esta
mujer
oso
logra
ser
la
protagonista
de
su
vida.
Creo
que
Devorando
el
vacío
es
lo
que
faltaba
contar
de
la
historia.
La
palabra
“gorda”
siempre
tuvo
un
peso
importantísimo
durante
toda
mi
vida,
jamás
dejó
de
ser
un
detonante
de
millones
de
cosas
que
jamás
hubiera
elegido
para
mí.
Cuando
pensé
en
el
nombre
de
la
compañía
quise
ser
irónica
conmigo
misma,
transgredir
mis
propias
creencias,
jugar
a
olvidar
lo
que
para
mí
siempre
fue
la
palabra
gorda.
Así
nace
Demasiado
Gorda,
aludiendo
a
algo
demasiado
grande,
demasiado
bueno,
gorda
de
creatividad,
enorme
de
contenido
y
desbordado
en
escena.
Prácticamente
todas
las
obras
que
yo
cree
tienen
alguna
referencia
que
conecta
con
algo
de
mi
historia.
Quizá
la
imagen
de
un
recuerdo
detona
el
inicio
de
un
proceso
de
creación.
Con
los
años
el
lenguaje
particular
que
fuimos
construyendo
se
afianzó.
Y
si
bien
los
que
integramos
la
compañía
somos
acróbatas
y
bailarines,
en
lo
personal,
las
artes
visuales
y
la
escenografía
siempre
fueron
un
soporte
fundamental.
El
collage,
lo
exacerbado,
la
saturación
son
conceptos
que
me
vienen
a
la
mente
cuando
pienso
en
nuestra
estética.
Y
los
elementos
aéreos
que
utilizamos
son
en
función
de
lo
que
queremos
contar.
No
me
puedo
imaginar
un
‘’número
acrobático”
de
manera
aislada.
Tengo
que
fundamentar
la
presencia
de
cada
uno
de
los
objetos
para
que
conformen
un
todo
con
un
sentido
específico.
Nos
enmarcamos
dentro
del
circo
contemporáneo
porque
somos
una
combinación
de
muchas
disciplinas:
El
teatro
físico,
la
danza,
la
oratoria,
el
teatro,
la
música,
lo
audiovisual,
artes
visuales
varias,
todo
aparece
en
cada
una
de
nuestras
creaciones.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
Todo
lo
que
llevó
a
escena
en
esta
trilogía
es
autobiográfico.
Quizá
como
recurso
apeló
a
la
metáfora,
a
la
poesía.
Siempre
tuve
la
premisa
de
poder
contar
algo
en
principio
trágico
y
por
momentos
desagradable,
de
una
manera
que,
aun
teniendo
estas
características,
sea
un
relato
sensible
con
imágenes
repletas
de
belleza.
Conmover
a
les
espectadores
es
uno
de
mis
mayores
intereses
a
la
hora
de
escribir
obras.
Creo
que
aquí
no
hay
ficción.
La
disociación,
estas
múltiples
personalidades
realmente
existen.
Lo
anecdótico
realmente
ocurrió.
Y
aseguro
que
estuve
tan
gobernada
por
la
enfermedad
como
también
puedo
asegurar
que
hoy
la
que
decide
soy
yo.
Devorando
el
vacío
es
un
salto
de
fe,
repleto
de
danza,
acrobacia,
música,
climas
e
imágenes
sensoriales
que
intervienen
y
contienen
el
relato
desde
el
principio
al
fin.
Con
Iván
Carmona
y
Paula
Palomo
en
el
escenario,
Devorando
el
vacío
se
presenta
los
sábados
de
mayo
en
la
sala
La
Central
(Villa
Crespo).
*Autora,
directora
y
coprotagonista
de
Devorando
el
vacío.