Una mirada a nuestros cansancios

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El
primer
impulso
a
escribir
este
libro
surge
de
mi
propia
historia
personal,
donde
sufrí
falta
de
energía
crónica
asociada
a
un
cuadro
depresivo
durante
10
años.
Si
bien
necesité
tomar
antidepresivos,
mi
verdadera
solución
estuvo
en
cambiar
mis
hábitos
de
alimentación,
ejercicios
y
suplementos.
Desde
entonces,
trabajo
para
difundir
todo
lo
que
hice
para
salir
de
ese
estado
y
brindar
toda
la
información
que
yo
no
tuve
y
tanta
falta
me
hizo.
Con
el
tiempo
entendí
que
la
falta
de
energía
crónica
era
una
pandemia,
y
luego,
con
el
tiempo,
pude
entender
que
la
falta
de
energía
estaba
presente
en
la
mayoría
de
las
personas
de
mi
público
en
las
conferencias
que
brindé
por
todo
el
país.
Desde
hace
tiempo
difundo
en
redes
y
conferencias,
la
existencia
del
intestino
permeable
como
entidad
clínica,
que
aún
no
está
reconocida
por
la
medicina,
pero
yo
estoy
seguro
de
que
existe.
De
hecho,
lo
padece
el
30%
de
la
población.

En
mis
conferencias
intento
alertar
a
la
gente
sobre
cuáles
son
sus
síntomas
y
cuál
es
su
tratamiento.
En
una
parte
de
la
charla,
pregunto
a
los
participantes
que
levanten
la
mano
aquellos
que
tienen
determinados
síntomas
típicos
de
este
síndrome,
como
por
ejemplo:
dolores
de
cabeza,
síntomas
digestivos,
dolores
articulares,
hormigueos
o
adormecimientos
en
los
miembros,
retención
de
líquido
en
manos
y
pies,
o
erupciones
en
la
piel.
Pero
claramente
donde
más
porcentaje
de
la
audiencia
levanta
la
mano
es
cuando
pregunto
quién
tiene
falta
de
energía
crónica.
Dicho
de
otro
modo,
creemos
que
la
falta
de
energía
crónica
es
el
síntoma
más
prevalente
del
mal
funcionamiento
intestinal,
o
lo
que
hoy
la
medicina
integrativa
llama
intestino
permeable.

Junto
con
la
editorial
El
Ateneo,
entonces
decidimos
hacer
un
manual
práctico
y
una
guía
de
tratamiento
para
todas
las
personas
que
tengan
poca
energía,
y
así
nació
este
libro.
Pero
como
dato
de
color
también
vale
la
pena
contar
que,
durante
una
gira
mientras
estaba
escribiendo
el
libro,
empecé
con
el
pie
izquierdo:
dormí
pocas
horas
al
tomar
mi
primer
avión
de
madrugada,
al
día
siguiente
al
llegar
a
Buenos
Aires
tuve
que
visitar
a
todos
mis
familiares,
hacer
una
nota,
contestar
mensajes
de
mis
pacientes,
y
cuando
llegué
a
mi
primera
conferencia
estaba
en
un
estado
de
estrés
crónico
que
me
provocó
insomnio.
Esto
perduró
durante
los
tres
días
de
mi
gira.
Fue
muy
loco
porque
nunca
me
había
pasado
antes,
y
sentía
que
estaba
acelerado,
irritable
y
con
pocas
ganas
de
dar
las
charlas.
Aproveché
a
bajar
un
cambio
cuando
volví
y
me
sumergí
en
las
enseñanzas
de
mi
propia
terapéutica.

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

En
el
libro
divido
las
aguas
de
los
pacientes
con
falta
de
energía
en
tres
grandes
grupos:
enfermedades
crónicas,
problemas
cerebrales
y
problemas
intestinales.

La
primera
mitad
está
destinada
a
concientizar
a
las
personas
que
su
falta
de
energía
crónica
puede
estar
explicada
por
un
intestino
inflamado.
Lo
que
sucede
cuando
se
inflama
el
intestino
es
que
habitualmente
la
microbiota
se
empobrece,
y
suceden
fenómenos
de
hiperpermeabilidad
en
la
mucosa
intestinal,
generando
como
consecuencia
el
paso
de
toxinas
de
la
materia
fecal
a
la
sangre,
algo
similar
a
lo
que
pasa
cuando
nos
enfermamos
y
las
toxinas
de
los
virus
nos
tiran
a
la
cama.
Para
todas
estas
personas
que
se
sienten
identificadas
con
el
intestino
permeable,
en
el
libro
proporcionamos
una
dieta
de
reseteo
intestinal
donde
el
lector
pueda
encontrar
el
alivio
definitivo
a
su
fatiga.
Explico
en
detalle
qué
alimentos
ingerir
los
primeros
siete
días
y
luego
cómo
reintroducir
uno
a
uno
cada
alimento
para
descubrir
cuál
reproduce
los
síntomas.
Este
alimento
o
estos
alimentos
son
entonces
declarados
culpables
o
intolerantes
y
son
separados
de
la
dieta
por
un
tiempo,
para
luego
ser
reevaluados
con
el
fin
de
encontrar
cuál
es
la
dosis
que
puede
ser
aceptada.

La
segunda
mitad
del
libro
está
destinada
a
los
problemas
de
la
salud
del
cerebro,
que
están
asociados
íntimamente
a
la
falta
de
energía:
el
estrés
crónico
de
la
vida
diaria,
el
síndrome
del
quemado
o
burnout,
y
los
trastornos
de
ansiedad
o
depresión.
Todos
comparten
un
mismo
mecanismo:
el
cerebro
está
inundado
de
químicos
del
estrés
y
segrega
menos
químicos
de
la
felicidad.
Para
estos
problemas
originados
en
el
cerebro,
donde
la
falta
de
energía
es
un
denominador
común,
recomendamos
distintas
técnicas
para
parar
la
pelota
y
calmar
la
mente.
Hablamos
en
detalle
de
los
beneficios
de
la
respiración
diafragmática,
la
respiración
tipo
suspiro
fisiológico,
la
psicoterapia,
la
meditación,
la
exposición
al
agua
fría
y
al
hielo,
el
ejercicio
y
la
suplementación.
Este
último
punto
es
muy
interesante
porque
en
la
práctica
vemos
beneficios
concretos
a
la
hora
de
mejorar
la
salud
mental
con
suplementos
naturales
como
magnesio,
omega
3,
vinagre
de
manzana
y
hongos
adaptógenos.
Por
supuesto,
también
es
importante
la
consulta
a
un
médico
psiquiatra
cuando
esto
sea
necesario.
Algunos
pacientes
necesitan
medicación
para
normalizar
la
serotonina
del
cerebro
como
último
recurso,
como
cuando
dos
tratamientos
naturales
no
funcionan.

En
este
libro,
básicamente
resumo
mis
investigaciones
de
los
últimos
15
años,
atravesadas
por
historias
personales
traumáticas
que
enriquecen
mucho
la
lectura,
para
que
el
lector
se
lleve
información
concreta,
datos
vívidos
y
una
guía
práctica
de
hábitos
saludables.

*
Autor
de
“Agotados”,
editado
por
Editorial
El
Ateneo.