El pasado en escena como un espejo para evitar errores

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Los
inicios
del
teatro
en
la
Argentina
estuvieron
muy
unidos
a
la
teatralidad
española,
ya
que
formábamos
parte
del
Virreynato
del
Río
de
la
Plata,
pero
a
partir
de
esos
movimientos
independentistas
aparece
un
teatro
militante.
Fueron
ejemplos
las
obras
de
Luis
Ambrosio
Morante
como
El
25
de
Mayo
o
El
himno
de
la
libertad,
a
los
que
se
sumarán
espectáculos
anónimos
que
festejan
los
triunfos
sobre
el
ejército
realista
como
El
detall
de
la
acción
de
Maipú.

En
la
actual
cartelera
teatral
porteña
también
hay
varios
ejemplos
de
cómo
aparece
la
historia
nacional.
Con
entradas
agotadas
sigue
el
espectáculo
Civilización
de
Mariano
Saba,
con
dirección
de
Lorena
Vega,
más
un
elenco
integrado
por
Julieta
Brito,
Pablo
Fusco,
Andrea
Nussembaum,
María
Inés
Sancerni
y
Mariano
Sayavedra.
Ahora
están
en
Dumont
4040,
los
sábados
a
las
20.
La
acción
transcurre
en
1792,
la
excusa
es
el
incendio
del
primer
teatro
estatal:
La
Ranchería.
Es
su
dramaturgo,
Mariano
Saba,
quien
explica:
“Creo
que
lo
teatral
se
ancla
en
lo
histórico
como
referencia
mítica.
La
historia,
como
entramado
de
mitos
compartidos,
nos
permite
dentro
del
teatro
configurar
un
relato
en
común.
Por
eso
me
resultaban
estimulantes
las
hipótesis
sobre
el
incendio
de
La
Ranchería
en
Civilización,
como
también
los
cierres
de
fábricas
en
los
90
dentro
de
Madrijo
o
los
avatares
históricos
del
dólar
en
Arbolitos.
Más
o
menos
cercana,
la
historia
siempre
me
parece
una
cantera
para
la
iconofagia:
la
posibilidad
de
metabolizar
los
signos
de
nuestro
pasado
y
devolverlos
a
la
escena
una
vez
transformados,
potenciados,
encarnados”.

LAS
CONSECUENCIAS.
También
focalizándose
en
nuestra
historia
pasada,
el
autor
y
director
Alfredo
Allende
creó
Damas
bravas.
Ubica
la
acción
en
la
Nochebuena
de
1816,
en
Mendoza
y
sus
protagonistas
son
estas
mujeres
que
despliegan
humor
y
creatividad
escénica,
encarnando
las
distintas
clases
sociales.
Son
la
compañía
“Síndrome
De
Eureka”
integrada
por
Mirna
Cabrera,
Julia
Nardozza,
Flor
Orce,
Florencia
Patiño
y
Florencia
Pineda.
Están
los
domingos
a
las
20
en
La
Carpintería
(Jean
Jaures
858).

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

Otro
espectáculo
que
se
relaciona
con
las
consecuencias
de
la
revolución
de
mayo
es
el
unipersonal
que
tiene
como
protagonista
a
Dayana
Bermúdez
Cortes
interpretando:
El
grito
sagrado,
la
historia
de
María
Remedios
del
Valle.
Personaje
real
(1776-1847)
que
luchó
en
varias
batallas.
Con
texto
de
Marcela
Peidro
y
puesta
en
escena
de
Lorena
Romanin
se
conoce
la
lucha
de
esta
mujer
afrodescendiente.
Además
de
una
notable
estética
y
actuación
hay
que
subrayar
la
música
en
vivo
a
cargo
de
Pina
González
y
Lucas
Sanjurjo.
Se
puede
ver
solo
los
miércoles
a
las
20.30
en
Itaca
Complejo
Teatral
(Humahuaca
4027).

Esos
años
posindependencia
dieron
motivo
para
que
Eugenio
Soto
presente
los
domingos
a
las
17
en
el
Centro
Cultural
Thames
(Thames
1426)
su
Díptico
Teatral
Patriótico,
integrado
por
Madre
Patria
y
El
desierto
de
los
Bárbaros,
con
Bianca
Vilouta
Rando,
Pedro
Alonso,
Luciano
Medina
y
Javier
Omezzoli.
Con
sarcasmo
Soto
busca
recrear
los
mitos
argentinos
donde
se
cuelan
también
algunos
tangos.

Hay
lugar
para
personajes
reales,
pero
con
otro
tipo
de
fama.
Es
el
caso
del
espectáculo
Juan
Vairoleto,
última
creación
hasta
ahora
inédita
de
Juan
Carlos
Gené.

Son
Carlos
Di
Pasquo
y
Fernando
Martín
sus
directores.
La
obra
refleja
la
vida
de
Juan
Bautista
Vairoleto
(1894-1941)
a
quien
se
lo
conoció
como
“el
padrecito
de
los
pobres”
o
el
“Robin
Hood,
de
las
pampas”.
Están
sólo
los
domingos
a
las
19.30
en
Patio
de
Actores
(Lerma
568)
y
es
Juan
Manuel
Correa
quien
encabeza
el
elenco.

Acercándonos
en
el
tiempo,
Manuel
González
Gil
teatralizó
un
encuentro
televisivo
ocurrido
el
13
de
febrero
de
1973
entre
José
Ignacio
Rucci
y
Agustín
Tosco.
Dos
sindicalistas
emblemáticos
y
con
posturas
antagónicas.
González
Gil
asumió
la
dramaturgia
y
la
dirección
que
se
puede
ver
de
miércoles
a
domingos
en
el
Multitabarís
(Corrientes
831).
Hoy
reviven
sobre
el
escenario
este
momento:
Pepe
Monje,
Gabriel
Rovito,
Joselo
Bella,
Miguel
Core,
Sebastián
Dartayete
y
Enrique
Dumont.
Es
Monje
quien
encarna
a
José
Ignacio
Rucci
quizás
más
presente
en
la
memoria
colectiva
y
el
actor
reflexiona
cuando
dice:
“El
riesgo
es
el
mismo
de
encarar
cualquier
otro
personaje,
pero
con
respecto
a
los
que
están
en
el
inconsciente
del
colectivo
de
la
gente
igual
que
el
padre
de
Maradona
o
José
Ignacio
en
mi
caso,
hay
flashes,
fotografías
e
instantes
con
José
Ignacio
Rucci,
obviamente
la
imagen
del
paraguas
y
ese
bigote,
su
delgadez
y
su
campera.
Fui
ahí,
adelgacé,
me
dejé
el
bigote
para
que
sea
un
impacto
visual
en
primera
instancia,
como
ese
abracadabra.
Y
después
el
espectador
tiene
que
poner
el
resto”.
A
su
lado,
Gabriel
Rovito
asume
el
papel
de
Tosco:
“Hay
un
riesgo
que
es
bueno,
uno
tiene
que
buscar
el
parecido,
pero
sin
que
eso
se
torne
ficticio,
sin
que
eso
sea
un
estereotipo.
Creo
que
el
trabajo
viene
después
en
encontrar
algún
detalle,
un
modismo
al
hablar
o
un
gesto,
una
forma
de
fumar
o
de
caminar
es
penetrar
el
sentido
y
encontrar
lo
que
sería
el
alma
del
personaje”.

También
se
focalizaron
en
la
década
de
los
setenta
dos
espectáculos
que
reflejan
de
distinta
manera,
pero
ambas
sumamente
poéticas
y
creativas
el
dolor
de
la
dictadura
en
sus
víctimas.
El
hallazgo
es
que
ambos
unipersonales
están
creados
desde
la
investigación
sobre
dos
personas
reales
que
vivieron
en
carne
propia
las
torturas.
Primero
se
estrenó
Seré
con
el
testimonio
de
Guillermo
Fernández
quien
escapó
de
la
nefasta
Mansión
Seré
y
en
1985
declaró
en
el
Juicio
a
las
Juntas.
Los
directores
Sofía
Brito
y
Lautaro
Delgado
Tymruk
encontraron
el
tono
justo
para
que
se
pueda
reflexionar
a
través
de
la
excelente
interpretación
del
mismo
Delgado
Tymruk.
Está
los
sábados
a
las
17
en
el
Teatro
del
Pueblo
(Lavalle
3636)

LO
RECIENTE.
La
historia
de
otra
persona
que
fue
víctima
de
torturas
fue
rescatada
por
Teresa
Donato
en
su
libro
Desaparecida
dos
veces
que
dio
origen
al
espectáculo
Mi
vida
anterior,
que
junto
al
director
e
intérprete
Dennis
Smith
firman
la
dramaturgia.
Se
ve
en
Dumont
4040
los
domingos
a
las
18
y
los
miércoles
a
las
20.
Es
Donato
quien
reflexiona
sobre
la
actitud
del
público:
“Desde
la
primera
función
de
Mi
vida
anterior
sentimos
que
la
obra
nos
trasciende.
Ver
la
sala
llena
es
una
emoción
enorme
porque
el
público
que
viene
sabe
de
qué
se
trata
lo
que
van
a
ver
y
nos
hace
sentir
acompañados.
Un
“no
estamos
solos”.
El
aplauso
de
pie,
el
abrazo
que
recibimos
a
la
salida
y
los
ojos
mojados
son
la
nafta
que
hace
funcionar
nuestro
motor.
Mucha
gente
nos
cuenta
su
historia,
la
de
sus
padres,
la
de
su
familia.
El
teatro
es
un
gesto
colectivo
que
se
completa
con
quien
te
viene
a
ver.
Entre
público
y
artistas
se
produce
la
magia
y
cuando
sucede
es
un
premio.
El
público
escribe
en
Alternativa
teatral
que
se
fueron
charlando
sobre
la
obra,
que
se
la
llevaron
al
bar.
No
podemos
pedir
más:
si
nuestro
trabajo
contribuye
a
que
se
tenga
otra
mirada
sobre
los
desaparecidos
sobrevivientes
podemos
sentirnos
satisfechos.
Una
mirada
pendiente
a
la
que
le
pusimos
el
cuerpo
y
el
corazón”.

Con
personajes
reales
y
ficcionales
los
períodos
históricos
argentinos
suben
a
los
escenarios.

Sus
creadores
buscan
levantar
un
espejo
para
que
los
espectadores
puedan
ver
a
través
de
los
errores
pasados
una
sutil
propuesta
para
evitarlos,
muchos
eligen
el
humor,
pero
todos
tienen
como
signo
una
estética
sumamente
cuidada
que
se
transforma
en
una
poética
teatral
notable.