Lo sagrado y lo profano

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Nunca
imaginé
que
un
agnóstico
como
yo
terminaría
escribiendo
sobre
Dios
y
los
ángeles
caídos.
Años
atrás,
había
dado
a
conocer
otro
texto
mío
220
voltios,
que
transcurría
en
un
taller
de
electricidad
en
el
fondo
de
una
iglesia
donde
reparaban
e
iluminaban
vírgenes
y
santos.
Les
devolvían
su
esplendor
lumínico.
Aquel
mundo
me
acercó
a
indagar
sobre
lo
sagrado
y
lo
profano;
temas
que
hasta
entonces
no
habían
sido
de
mi
interés.
Aquellas
imágenes
estaban
ligadas
a
mi
adolescencia
transcurrida
en
la
ciudad
de
Rosario
cuando
jugaba
al
fútbol
en
el
patio
de
una
escuela
católica.
Ese
patio
oficiaba
de
estadio
y
lo
rodeaban
talleres
como
el
de
la
obra.

Cuando
abordé
Dios
colecciona
ángeles
caídos
las
primeras
imágenes
eran
del
fantasma
de
un
soldado,
Basualdo,
que
aparecía
en
la
madrugada
golpeando
la
puerta
del
capitán
Letargo,
militar
retirado
con
un
pasado
poco
claro
y
de
gusto
por
las
bebidas
espirituosas.
En
el
reino
celestial
ser
fantasma
es
la
más
baja
de
las
categorías,
de
modo
que
las
tareas
a
emprender
son
las
mismas
que
cuando
cumplía
con
la
colimba,
es
decir,
aquello
de
correr,
limpiar
y
barrer
se
cumple
así
en
la
tierra
como
en
el
cielo.

Intentaba
escribir
el
texto
en
plena
pandemia.
Los
días
transcurrían
en
un
blanco
en
el
vivir
y
en
mi
cabeza
de
dramaturgo.
Otros
textos
habían
tomado
forma
a
partir
de
disparadores
y
lecturas.
Éste
no
era
el
caso.
“El
carácter
se
forma
los
domingos
por
la
tarde”,
dio
lugar
a
lo
que
luego
sería
el
texto
de
Loteo.Un
baremo
donde
se
indica
cuánto
vale
cada
parte
de
nuestro
cuerpo
en
caso
de
un
posible
accidente
terminó
siendo
Freno
de
mano.
“En
Europa
está
de
moda
reunirse
a
jugar
al
póker
en
el
aeropuerto,
el
que
pierde
se
toma
el
primer
avión
que
se
anuncia”,
fraguó
como
Postal
de
vuelo.
Volviendo
a
nuestra
obra,
¿el
fantasma
había
venido
de
motu
proprio
o
había
sido
enviado
por
alguien?
¿Qué
razones
podría
tener
este
personaje
para
golpear
con
insistencia
la
puerta
de
la
vivienda
del
capitán
hasta
ser
atendido
por
el
viejo
militar?

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

Intenté
forzar
un
desempate
en
la
competencia
de
blancos
y
aparecieron
imágenes
de
los
ángeles
caídos,
aquellos
aliados
de
Satanás,
que
ya
sin
sus
alas,
eran
exhibidos
por
Dios
en
sus
vitrinas
del
reino
celestial.
Colgados
de
ganchos
cual
esculturas
vivientes,
pergeñaban
una
rebelión
para
destituir
a
este
Dios
que,
al
decir
de
ellos,
ya
no
representaban
a
nadie,
mucho
menos
a
ellos.

Entre
murmullos
a
uno
y
otro
lado
de
la
vitrina,
expresaban
la
necesidad
de
un
buen
“hijo
de
puta”
que
pudiera
liberarlos
y
acompañarlos
en
la
batalla
para
darle
su
merecido
al
supremo.
Los
escuchaba
barajando
candidatos
a
dirigir
la
rebelión.
El
nombre
Letargo
para
el
capitán
ganó
la
competencia.
Elegido,
el
siguiente
paso
era
encontrar
el
emisario
adecuado
que
pudiera
transmitir
lo
más
rápido
y
eficientemente
sus
intenciones.

El
fantasma
de
la
obra
alcanza
a
escucharlos
mientras
limpia
los
vidrios
de
los
muebles
que
los
exponen
y
donde
reposan
los
aliados
de
satanás.
Allí
Basualdo
se
ofrece
a
ser
el
emisario,
pide
ser
corporizado
para
poder
aparecer
frente
a
los
ojos
del
capitán.
Entre
ellos
hay
deudas
pendientes:
a
los
19
años,
en
pleno
servicio
militar,
el
capitán
“lo
bailó”
hasta
agotar
sus
fuerzas.

En
esta
instancia
recuerdo
al
soldado
Carrasco,
cuya
muerte
por
excesos
de
la
praxis
violenta
(folklórica
en
esos
ámbitos),
condujo
al
fin
del
servicio
militar.
Es
inevitable
la
semejanza
con
esta
historia,
hito
en
la
historia
argentina
contemporánea.

Le
acerco
el
material
a
Rubén
Pires,
director
al
que
admiro
y
respeto.
Él
se
entusiasma
con
el
texto,
sus
aportes
favorecen
mejorar
la
estructura
de
la
pieza.
Terminada
la
nueva
versión.

Los
actores:
Guido
D’Albo,
Marito
Falcón
y
Josefina
Basaldúa
dan
vida
a
estos
personajes.
Sus
talentos
y
empuje
terminan
de
completar
este
espectáculo
al
que
denominamos
tragedia
cósmica
como
una
forma
de
aproximación
al
resultado.

*Coautor
de
Dios
colecciona
ángeles
caídos.