
Es
actor
de
musicales
y
también
conductor
televisivo,
pero
desde
hace
unos
años
Fernando
Dente
busca
armar
un
camino
como
director
y
ahora
va
por
su
tercer
estreno.
Se
inició
con
Heathers
(2022)
continuó
con
Rent
(2024)
y
desde
el
20
de
junio
presentó
Despertar
de
primavera,
siempre
en
el
Teatro
Opera,
anunciando
sólo
diez
funciones.
El
espectáculo
está
basado
en
el
texto
de
Frank
Wedekind,
con
libro
y
letras
de
Steven
Sater,
más
la
música
de
Duncan
Sheik.
En
Buenos
Aires
se
conoció
en
el
2010,
en
esa
oportunidad
sus
protagonistas
fueron
Fernando
Dente,
Florencia
Otero
y
Federico
Salles.
Hoy
el
elenco
lo
encabezan
Octavio
Murillo,
Trini
Montiel
y
Tomás
Wicz,
junto
a
Vanesa
Butera
e
Iñaky
Agustín
Baldassarre,
más
Paz
Gutiérrez,
Joaquín
Scotta,
Valentina
Pergolini,
Mariel
Percossi,
Felipe
Paissanidis,
Lare,
Marto
Rodríguez,
Sol
Tobías
Córdoba,
Azul
Mazzeo
y
Santiago
Toledo.
—¿Por
qué
elegiste
ahora
dirigir
ahora
“Despertar
de
primavera”?
—Empezamos
con
Heathers,
después
Rent
y
ahora
Despertar
de
primavera,
no
porque
las
historias
estén
unidas,
sino
que
son
materiales
que
nosotros
como
equipo
creemos
que
podemos
reimaginarlos
como
concepto
estético
y
artístico.
Despertar
es
muy
personal
para
mí.
Este
año
cumplo
veinte
años
desde
mi
debut
teatral.
Pero
de
todo
lo
que
hice
con
ésta
me
quedó
una
herida,
no
muy
bien
cicatrizada,
porque
mientras
la
interpretaba
falleció
mi
mamá.
En
ese
momento
tenía
diecinueve
años
y
mi
personaje
enterraba
a
su
amigo,
lloraba
en
la
tumba
de
su
amor
y
eso
debía
actuarlo
de
miércoles
a
domingos,
durante
tres
meses:
fue
muy
duro.
No
tenía
las
herramientas
en
ese
momento
por
mi
edad
y
siempre
me
quedó
una
sensación
rara.
Ya
no
puedo
hacer
de
un
adolescente,
pero
sí
dirigirla.
Me
siento
muy
cómodo
hablándole
a
un
público
familiar.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
“En
este
año
cumplo
veinte
años
desde
mi
debut
teatral
en
un
escenario”
—¿Qué
actualidad
crees
que
tiene
hoy
un
texto
del
año
1891
que
ocurría
en
Alemania?
—Para
mí
la
diferencia
entre
cuando
se
hizo
aquí
hace
quince
años
atrás
y
hoy
es
la
agenda.
Los
temas
que
trata
la
obra
no
estaban
en
el
tapete
y
ahora
sí.
Antes
no
se
hablaba
del
aborto,
ni
del
bullying,
ni
del
suicidio
adolescente,
ni
de
la
educación
sexual
integral,
tampoco
de
los
abusos
y
acosos
intrafamiliares.
No
es
que
no
existían,
sólo
que
no
estaban
tan
presentes.
Para
nosotros
como
actores
en
esa
época
no
eran
temas
cercanos,
porque
no
habíamos
crecido
con
esa
información
alrededor.
Hoy
estos
intérpretes
emocionalmente
entienden
el
material
de
otra
manera
porque
saben,
conocen,
lo
hablaron,
lo
escucharon
y
lo
pensaron.
Está
en
las
redes
sociales
todo
lo
que
va
sucediendo
y
lo
tienen
presente.
Estoy
convencido
que
pasa
aún
hoy,
ya
que
hay
madres
que
no
le
terminan
de
decir
a
sus
hijas
preadolescentes
cómo
son
las
relaciones
sexuales
y
que
las
arriesgan
a
un
aborto
por
el
miedo
al
qué
dirán
o
porque
piensan
que
es
lo
mejor
para
ellas.
Como
también
el
suicidio
adolescente
es
una
situación
que
sucede
a
diario,
por
las
exigencias
de
la
sociedad.
Para
mí
está
más
vigente
que
nunca
en
este
mundo,
en
el
que
está
empezando
a
dar
la
vuelta
y
a
demonizar
todo.
—¿Lo
decís
por
las
críticas
a
la
ley
del
aborto?
—Hoy
se
cuestiona
la
ley
del
aborto
y
la
educación
sexual
en
las
escuelas.
También
el
que
una
víctima
hable
del
acoso
tiempo
después
de
haberlo
padecido.
Todo
aparece
en
esta
obra,
desde
un
lugar
de
los
protagonistas
que
son
los
chicos,
pero
como
representando
los
seres
humanos,
porque
no
es
una
obra
de
adolescentes.
Las
decisiones
que
van
tomando
estos
personajes
los
van
a
marcar
como
personas
el
resto
de
su
vida.
El
espectáculo
hoy
me
resuena
por
todos
lados
y
es
como
un
desahogo.
Tengo
todo
el
tiempo
muy
presente
la
película
La
vida
es
bella.
Así
como
en
El
Eternauta
dice:
“nadie
se
salva
solo”,
aquí
subrayamos:
“si
le
pasa
a
uno,
nos
pasa
a
todos”.
De
alguna
manera
todo
replica
en
algún
momento,
porque
lo
que
le
está
pasando
a
él
hoy,
le
va
a
pasar
mañana
o
le
pasó
al
otro
ayer.
—¿Nuevamente
hiciste
audiciones
para
elegir
al
elenco?
—Sí,
se
presentaron
más
de
cinco
mil
personas
de
todo
el
país,
e
incluso
de
otros
países,
como
Uruguay,
México
y
Perú.
Algunos
ya
habían
trabajado
conmigo
pero
igual
audicionaron.
Sólo
los
que
hacen
de
adultos
estaban
elegidos
de
antes
como
fue
el
caso
de
Vanesa
Butera
e
Iñaky
Agustín
Baldassarre,
por
lo
cual
los
otros
trece
intérpretes
pasaron
por
pruebas,
en
total
son
quince.
Cuento
con
un
equipo
que
me
acompaña.
Nayla
Pose
arma
un
entrenamiento
especial
para
los
jóvenes
antes
de
los
ensayos.
Aquí
hay
cinco
que
debutan
teatralmente
con
este
espectáculo.
También
está
Tatiana
Rojas
que
es
la
coordinadora
de
intimidad,
especialista
en
marcar
las
escenas
de
sexo
y
de
violencia.
El
Teatro
Colón
presenta
“Billy
Budd”
bajo
la
dirección
de
Marcelo
Lombardero
—La
protagonista
de
“La
Sirenita”,
Albana
Fuentes
fue
alumna
tuya:
¿cómo
vivís
esa
etapa?
—Lo
siento
como
un
acto
natural,
como
lo
que
correspondía.
A
mí
muchas
personas
me
abrieron
puertas
y
siempre
hubo
gente
que
confió
en
mí.
Es
muy
difícil
en
el
mundo
poder
avanzar
si
no
hay
nadie
que
te
esté
dando
una
mano.
Cuando
empecé
a
dirigir
siempre
fue
innegociable
hacer
audiciones
abiertas,
por
más
que
después
termine
eligiendo
gente
que
viene
trabajando
hace
mucho.
En
el
proceso
de
selección
veo
muchos
que
no
conozco,
que
se
están
formando
y
que
tienen
interés.
Mi
protagonista
apareció
en
esta
audición
y
no
lo
hubiera
conocido
de
otra
forma.
—¿Dónde
quedó
el
actor?
—Al
ser
director
me
corro
de
la
actuación,
pero
tengo
muchas
ganas
de
volver
a
actuar
y
creo
que
este
año
para
agosto
voy
a
estar
haciendo
algo,
aunque
todavía
no
puedo
contar
y
el
próximo
año
también.
Como
actor
me
parece
que
busco
algo
distinto,
estoy
más
como
al
servicio
de
una
obra
que
aparezca
y
que
me
guste
interpretarla.
Mientras
que
como
director
todavía
puedo
ser
un
poco
más
ecléctico,
porque
no
estoy
en
escena.
—¿Cómo
ves
la
competencia
en
una
cartelera
teatral
plagada
de
famosos?
—Para
mí
está
buenísimo,
todo
lo
que
haga
que
la
gente
vaya
al
teatro
está
bien.
Quien
vive
la
experiencia
del
hecho
teatral
y
la
pasa
bien,
es
muy
probable
que
la
quiera
repetir.
Y
cuando
la
gente
joven
se
acerca,
vaya
a
saber
por
qué
creo
que
ganás
un
nuevo
espectador
fiel
a
futuro.
Lo
que
me
importa
es
que
más
allá
de
quién
lo
encabece,
sea
un
buen
espectáculo
para
generar
nuevos
espectadores.
“El
espectáculo
hoy
me
resuena
por
todos
lados,
es
como
un
desahogo”
—¿Qué
balance
hacés
del
programa
“Noche
al
Dente”
por
América
donde
asumiste
la
conducción?
—Fue
espectacular
mi
experiencia
como
conductor,
la
pasé
muy
bien,
aprendí
muchísimo
y
conocí
gente
interesante.
A
mí
me
encanta
el
musical,
es
mi
ADN,
pero
puedo
actuar
o
conducir
sin
música.
Me
gusta
la
televisión,
aunque
mi
vocación
es
el
teatro.
Todo
lo
que
sea
masivo
me
gusta,
quiero
que
la
gente
me
conozca
y
poder
estar
en
un
horario
donde
de
verdad
acompañás
mucho.
Sé
que
tuve
una
experiencia
privilegiada,
al
hacer
un
programa
que
quería,
sin
presiones
y
encima
nos
fue
bien.
Pero
sentí
que
este
año
era
bueno
para
sacarme
las
ganas
de
hacer
todo
el
teatro
que
venía
aguantando,
así
que
en
ese
camino
vamos.
—¿Sentís
que
hay
crueldad?
—Sí
y
no
solamente
en
la
Argentina.
Es
cruel
e
infantil,
que
es
para
mí
la
crueldad
más
despiadada.
Está
en
manos
de
los
líderes
mundiales
o
de
nuestros
representantes
y
me
pregunto:
¿dónde
está
el
límite?
Parece
correrse
todo
el
tiempo,
con
cada
tema
de
agenda
se
rompe
una
pared
nueva.
Hace
veinte
años
acordamos
esto,
¿para
qué
volver
sobre
ese
tema?
Ricky
(Pashkus)
siempre
dice
una
frase
que
me
parece
perfecta:
“Lo
que
avanza
trae
venganza”.
Y
ahora
creo
que
estamos
viviendo
eso.