Bloqueados en redes

0
3


Cinthia
Fernández,
Tamara
Báez
y
L-Gante

tienen
algo
en
común
más
allá
de
su
exposición,
conflictos
mediáticos
y
sus
miles
de
seguidores
en
redes:
los
tres
sufrieron
recientemente
el
cierre
de
sus
cuentas
de
Instagram,
una
de
las
principales
plataformas
donde
desarrollan
su
actividad
profesional,
comercial
y
publicitaria.
El
caso
de

Cinthia

fue
el
más
reciente
y
sorpresivo;
el
de
Tamara,
reiterado
y
sistemático,
y
el
de

L-Gante
,
rodeado
de
sospechas
y
pases
de
factura
que
involucraron
a

Wanda
Nara
y
Mauro
Icardi
.
Lo
que
podría
parecer
una
medida
técnica,
amparada
en
las
“normas
comunitarias”
de
Meta,
se
convirtió
en
un
hecho
con
consecuencias
económicas
y
emocionales
profundas.
¿Cuál
es
el
algoritmo
que
dispara
la
ira
de
Instagram
y
por
qué
se
multiplican
estos
cierres?

Instagram,
como
parte
de
su
ecosistema,
aplica
políticas
estrictas
para
moderar
contenido,
proteger
a
los
usuarios
y
evitar
abusos.
La
plataforma
puede
suspender
cuentas
que
infringen
normas
sobre
desnudez,
violencia,
incitación
al
odio,
lenguaje
ofensivo,
spam
o
suplantación
de
identidad.
También
actúa
ante
denuncias
masivas,
muchas
veces
generadas
por
campañas
de
usuarios
o
incluso
enemigos
anónimos,
lo
que
ha
transformado
el
“reportar”
en
una
posible
arma
digital.
Y
cuando
estas
sanciones
afectan
a
figuras
públicas,
el
impacto
se
multiplica.


Casos.

La
panelista
y
modelo

Cinthia
Fernández
,
madre
de
tres
hijas
y
con
una
presencia
digital
muy
activa,
denunció
en
los
últimos
días
que
Instagram
le
cerró
su
cuenta
con
más
de
cinco
millones
de
seguidores.
Desapareció
sin
previo
aviso
mientras
regresaba
de
sus
vacaciones
familiares.
Y
aunque
intentó
recuperarla
con
recursos
legales
y
técnicos,
solo
encontró
una
solución
abriéndose
un
nuevo
perfil,
en
el
que
apenas
superó
los
140
mil
seguidores
en
varios
días,
muy
poco
para
una
persona
mediática
de
su
calibre.
“Ojalá
laburen
la
mitad
que
yo”,
expresó
indignada
en
un
video,
donde
se
la
vio
entre
lágrimas.
La
panelista
aseguró
que
sus
redes
eran
una
fuente
de
ingresos
crucial:
“De
esto
depende
el
futuro
de
mis
hijas”,
dijo
en
declaraciones
públicas.
Fernández
sugirió
que
detrás
del
cierre
había
un
boicot
en
su
contra
tras
haber
promocionado
a
una
empresa
de
apuestas
online.
Cabe
destacar
que
estas
celebridades
por
cada
publicación
en
sus
redes
cobran
entre
500
mil
y
varios
millones
de
pesos.
Pasado
el
cimbronazo,
y
para
reactivar
su
engranaje
comercial,
ofreció
dos
millones
de
pesos
entre
sus
seguidores
al
llegar
a
la
misma
cantidad
de
followers.
Por
ahora,
algo
lejano.

Una
situación
similar,
aunque
reiterada
en
el
tiempo,
vivió

Tamara
Báez
,
ex
pareja
de

L-Gante
,
quien
sufrió
el
cierre
de
su
cuenta
de
Instagram
por
tercera
vez
consecutiva.
En
cada
caso,
la
plataforma
alegó
infracciones
a
sus
políticas
de
comunidad,
pero
sin
especificar
detalles.
Tamara,
con
cientos
de
miles
de
seguidores
y
publicaciones
cotizadas
en
más
de
medio
millón
de
pesos
por
posteo,
se
mostró
angustiada.
“Me
quedé
sin
mi
fuente
principal
de
ingresos”
y
“estoy
triste,
hoy
no
existo”,
dijo
en
sus
redes
alternativas,
donde
intentó
reconstruir
su
comunidad
sin
el
alcance
ni
la
validación
del
perfil
original.


Enemigos
declarados.
L-Gante
,
por
su
parte,
sufrió
en
febrero
el
cierre
de
su
cuenta
de
Instagram
poco
después
de
publicar
imágenes
junto
a

Wanda
Nara
,
en
el
marco
de
una
colaboración
musical.
Llamó
la
atención
que
justo
en
medio
de
rumores
y
tensiones
con
Mauro
Icardi,
quien
habría
visto
con
malos
ojos
esa
cercanía,
su
cuenta
se
haya
cerrado.

En
ese
contexto,

Wanda

lanzó
una
frase
en
redes
que
encendió
las
alarmas:
“¿Adivinen
quién
pagó?”,
sugiriendo
que
el
padre
de
sus
dos
hijas
habría
influido
en
la
decisión
de
Meta.
L-Gante
reaccionó
con
ironía
y
firmeza:
“Plata
tuve…
miedo
no”,
escribió.
Aunque
intentó
recuperar
su
cuenta,
el
mensaje
que
quedó
flotando
fue
otro:
la
red
social
puede
ser
usada
como
campo
de
batalla
entre
figuras
públicas.
Pese
a
tal
acusación,
la
opción
de
pagar
para
cerrar
una
cuenta
no
existe,
pero
sí,
ante
reiteradas
denuncias
de
diferentes
perfiles,
una
cuenta
puede
ser
eliminada.

Los
casos
mencionados
no
hacen
más
que
evidenciar
la
fragilidad
de
un
sistema
que
se
rige
por
algoritmos,
reportes
masivos
y
decisiones
automatizadas.
Para
ellos,
perder
una
cuenta
de
Instagram
no
es
perder
una
red
social,
es
perder
una
parte
esencial
de
la
vida
profesional.

Galería
de
imágenes

En
esta
Nota