
En
División
Palermo,
Santiago
Korovsky
demostró
que
el
humor
incómodo
puede
ser
una
poderosa
herramienta
para
hablar
del
poder,
la
diversidad
y
la
hipocresía.
La
serie,
que
debutó
como
un
fenómeno
en
Netflix,
regresa
con
su
segunda
temporada
y
redobla
la
apuesta:
más
personajes,
más
tensión,
y
una
mirada
aún
más
corrosiva
sobre
cómo
se
construyen
los
relatos
de
corrección
política
y
los
juegos
de
poder
en
la
seguridad
ciudadana.
Junto
a
una
Pilar
Gamboa
explosiva
como
coprotagonista,
Korovsky
se
anima
a
tensar
los
límites
del
absurdo
y
el
realismo,
con
el
mismo
tono
incómodo,
incómodo
como
un
espejo.
En
esta
charla
exclusiva,
guionista,
director
y
protagonista
repasa
la
nueva
entrega
junto
a
su
flamante
coprotagonista.
El
mismo
Korovsky
sostiene:
“La
primera
fue
muy
estresante
para
mí.
Fue
un
salto
muy
grande.
Acá
trate
de
disfrutarlo
un
poco
más,
dentro
de
lo
que
a
mí
me
sale
disfrutar.
Sabíamos
qué
funcionaba,
qué
no
funciona
tanto.
Teníamos
mucho
terreno
ganado.
Las
bases
estaban
seteadas
por
la
gente
que
trabajo
en
la
primera
temporada.
Ese
fue
el
desafío.
Nos
paramos
sobre
lo
que
había
salido
bien”.
Y
se
ríe:
“Me
sorpendió
mucho
que
después
de
la
primera
temporada
las
fuerzas
de
seguridad
me
pidieran
sacar
fotos.
Que
me
escriban
muchas
personas
con
discapacidad
pidiendo
estar
en
la
serie.
Obviamente
no
me
esperaba
ganar
un
Emmy
Internacional.
Uno
puede
soñar,
pero
las
cosas
que
me
pasan
con
División
Palermo
no
las
había
soñado”.
Es
Pilar
Gamboa,
actriz
como
pocas
en
Argentina,
con
caminos
tan
diferentes
como
coherentes,
quien
sostiene:
“El
éxito
siempre
sorprende
para
bien.
Me
da
un
poco
de
miedo
ver
que
pasa
con
la
segunda
temporada.
Es
muy
diferente
a
la
primera,
como
que
no
repite
fórmula,
como
que
arriesga.
Me
sorprendió
cómo
se
volvió
medio
popular
cuando
se
estrenó,
que
tiene
que
ver
con
un
humor
nuevo
que
tiene
Santi,
medio
particular,
muy
de
él,
con
su
poética
de
ver
el
mundo.
Por
lo
menos
yo
criada
en
los
90,
veía
humor
más
bullynero,
y
este
humor
ahora
es
el
diferente
él
que
se
ríe
de
los
demás.
Eso
fue
un
hit.
Generó
mucha
empatía
de
todos
los
que
vieron
la
serie.
Sobre
considerando
que
el
humor
es
tan
salvador.
Siempre
se
agradece
cuando
te
hacen
reír.”
—¿Qué
planes
había
para
la
segunda
temporada?
SANTIAGO
KOROVSKY:
“La
primera
temporada
dejé
varias
líneas
abiertas
y
dejé
que
esas
líneas
confluyan.
Tenía
que
ver
cuáles
iban
a
ir
hasta
el
final
y
cuáles
se
iban
a
interrumpir
en
cualquier
momento.
Entonces,
sabía
que
quería
que
la
serie
tuviera
una
serie
de
renovación
y
algún
tipo
de
vínculo
que
hiciera
que
la
nueva
temporada
no
perdiera
vigencia.
No
quería
abandonar
a
los
personajes
de
la
primera
temporada,
pero
sabía
que
de
alguna
manera
había
que
renovar
algo,
generar
sorpresa,
como
sorprender
de
alguna
manera.
Tuvimos
con
los
guionistas
muchas
reuniones,
muchas
ideas.
Hablamos
mucho
con
los
actores,
con
los
actores
que
son
parte
de
minorías.
Con
fundaciones
que
trabajan
con
chicos
con
sindrome
de
Down,
con
chicos
y
chicos
de
la
comunidad
coreana,
con
agentes
de
inteligencia.
En
un
momento
teníamos
páginas
y
páginas
de
eso,
y
la
duda
era
cómo
tomabamos,
eso
lo
metemos
en
una
licuadora,
que
podamos
tener
en
claro
adónde
va.
Investigamos,
abrimos
un
mundo,
y
dimos
una
estructura
a
las
ideas
que
queríamos
contar.
Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios
El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.
—En
este
momento,
hacer
comedia,
y
en
esta
crisis
de
la
cultura,
trabajar
con
otros
actores,
¿qué
significa
para
vos?
PILAR
GAMBOA:
Un
privilegio.
Me
siento
muy
privilegiada.
Tengo
muchos
amigos
que
están
sin
trabajo.
Puedo
trabajar
de
lo
que
me
gusta,
que
es
algo
que
le
debería
pasar
a
todos
los
seres
humanos.
Es
un
privilegio,
sin
dudas.
En
este
momento,
el
otro
día
pensaba
sobre
algo
que
es
horroroso
de
la
crisis,
pero
también
genera
algo
de
la
llama
que
no
se
va
a
acabar,
presente
en
los
momentos
más
inhóspitos.
Yo
tengo
45
años,
yo
ya
viví
un
montón
de
crisis.
Nunca
había
atravesado
algo
así.
Las
plataformas
ahora
son
la
única
opción
de
filmar,
el
Incaa
ya
no
existe.
Que
las
grandes
plataformas
miren
a
autores
más
independientes
está
bueno,
me
hace
acordar
a
como
en
mi
momento
se
generó
un
vínculo
entre
el
cine
independiente
y
el
teatro
independiente
en
su
momento.
Empezaron
a
aparecer
nuevos
rostros
en
el
cine.
Ahora
que
se
vean
a
autores
nuevos,
de
nuevos
lenguajes.
Autores
que
no
nacen
del
mainstream
y
de
lo
popular,
pero
que
pueden
ser
generadores
de
algo
popular,
que
esa
diferencia
pueda
llegar,
tener
una
oportunidad
y
ahí
aparece
algo
interesante.
Acá
trabajo
con
mis
amigos,
es
una
alegría,
es
un
privilegio,
es
un
montón.
—¿Qué
sentís
que
lograron
ahora
que
completaron
la
serie?
K:
Para
mí
la
serie
se
enmarca
en
una
tradición
argentina
de
humor,
no
viene
a
romper
nada.
Viene
de
una
historia
muy
larga
del
humor
argentino
y
el
internacional.
Siento
que
en
esta
segunda
temporada
al
trabajar
el
género
del
espionaje
tiene
algo
que
se
vuelve
un
poco
más
internacional
en
un
sentido
de
trabajar
un
tópico
que
ya
está
hemo
mucho
en
el
cine.
Queríamos
llevarlo
desde
la
ficción
a
una
realidad
argentina,
más
allá
que
hablamos
con
personas
que
pasaron
por
ahí,
no
pasamos
por
ninguna
situación
real.Jugar
con
que
puede
pensar
el
personaje
de
la
ficción
que
ya
vio
muchas
películas
de
espías
sobre
cuando
eso
contrasta
con
la
realidad.
La
idea
era
tomar
los
géneros
que
estamos
abordando
y
hacer
nuevas
mezclas
y
ponerle
muchas
dosis
de
lo
que
nos
rodea.
—¿Cómo
trabajan
juntos?
K:
Los
actores
que
tenemos
son
muy
buenos.
Hacemos
principal
énfasis
en
tener
tiempo
para
lo
actoral.
Por
ejemplo,
llegaba
Pilar
Gamboa
al
ser
y
le
decía
“Hoy
vamos
a
tener
que
correr”.
Y
ella
con
íronia
decía
“¿Hoy?”.
Yo
trato
de
hacer
bastantes
tomas,
que
muchas
veces
no
es
lo
más
agradable
para
los
actores.
Buscar
cosas
que
cierta
tengan
tono
de
lo
que
pensamos
y
buscar
cierto
tono
nuevo,
que
genere
la
escena.
Le
dedicamos
tiempo
a
los
ensayos,
y
a
empezar
a
encontrar
cosas.
Es
una
tensión
mío,
de
los
esturcturado
que
soy,
y
la
necesidad
de
improvisar.
Cuando
estoy
muy
estructurado
el
humor
no
funciona,
siempre
me
piden
que
suelte
un
poco
el
guión,
y
siempre
dejamos
lugar
para
eso,
por
lo
menos
para
una
toma
improvisada.
Hay
que
saber
a
quién
le
sirve
improvisar
y
a
quién
no.
P.G:
La
primera
temporada
fue
de
mucha
risa,
de
algo
nuevo,
trabajar
con
actores
que
no
conocíamos.
Fue
una
experiencia
muy
hermosa
y
muy
rigurosa.
El
otro
día
una
amiga
mía,
Laura
Paredes
me
decía
que
“hacer
reír
es
algo
serio”.
Y
eso
se
respiraba
en
el
set.
Ya
en
la
segunda
temporada
nos
conocíamos
entre
nosotros,
había
más
confianza
y
eso
te
deja
animarte
a
más.
Santi
estaba
más
relajado
porque
todos
los
conocíamos.
—¿Qué
apareció
en
la
serie
que
no
esperabas
que
estuviera
ahí?
K:
Santi
de
Marco,
el
actor
que
hace
de
Pablo,
un
chico
con
Síndrome
de
Down,
fue
increíble.
Proponía
ideas
para
el
personaje,
lo
inteligente
que
es
para
la
comedia.
Le
iba
agregando
texto.
Muchas
cosas
me
sorprendieron:
el
equipo
que
se
arma,
esa
idea
de
lo
colectivo,
que
más
allá
del
humor,
la
historia
del
humor,
hay
algo
de
la
unión
del
grupo
que
es
lindo,
de
los
personajes
juntos,
y
que
genera
comedia.
Me
gusta
mucho
como
se
ve
la
serie.
—¿Qué
tenés
ganas
de
contar
ahora?
K:
Tengo
ganas
de
hacer
una
película.
De
explorar
otros
géneros.
De
explorar
la
comedia
con
drama,
emoción,
con
suspenso.
Ahora
me
quiero
tomar
un
descanso.
Y
después
empezar
con
el
próximo
proyecto,
con
la
sensación
de
que
quizás
nunca
vuelva
a
hacer
algo
tan
exitoso
como
División
Palermo.
Ojalá
la
División
vuelva
a
juntarse
más
adelante,
en
una
película,
en
un
especial.
¿Quién
te
dice?