Finalmente se acaban de festejar los 100 años del Teatro Nacional Cervantes con el estreno del espectáculo pensado especialmente para esa razón: La comedia es peligrosa de Gonzalo Demaría, con dirección de Ciro Zorzoli. Sobre el escenario estarán: Horacio Acosta, Facundo Aquinos, Paola Barrientos, Julián Cabrera, Julián Cardozo, Roberto Castro, Gaby Ferrero, Andrés Granier, Milva Leonardi, Javier Lorenzo, Martín Lups, Sergio Mayorquin, Mariano Mazzei, Iván Moschner, Pablo Palavecino y Julián Rodríguez Rona.
Es el mismo Zorzoli quien subraya: “Creo que no se puede separar este espectáculo de las circunstancias en que fue gestado. Lo que significó volverse a encontrar en una sala de ensayo después de tanto tiempo. Es el elenco más numeroso que dirijo, son 16 actores. Cuando me convocaron era septiembre del 2020, sin tener muy en claro que pasaría en el 2021. Fue una gran ejercitación de la paciencia. Aceptar lo que no está bajo nuestro control: el dominio del tiempo. Proyectar era casi imposible hace un año atrás”.
Una de las protagonistas es un rostro muy conocido: Paola Barrientos. El espectáculo Estado de ira marcó un antes y un después en su recorrido teatral, pero la popularidad le llegó con la publicidad de un banco (Galicia) y fue lo que le permitió tener un personaje con continuidad en la televisión: Graduados. Dirá Barrientos: “Los once pisos del teatro, sobre todo sus talleres, tienen una magia y una belleza muy especial. Muchas veces me gusta pasar por el escenario para ver si están todos los elementos que uso, más allá que hay un personal especializado en ponerlos. Más que cábalas son rutinas”.
—¿Cómo se gestó “La comedia es peligrosa”?
ZORZOLI: Me convocaron desde el Cervantes para un espectáculo que podía tener gran elenco, con la intención de que fuera celebratorio y festivo, por los cien años del edificio. Fue fruto de la voluntad de actores que además eran empresarios (María Guerrero y Fernando Díaz de Mendoza). No fue un proyecto del estado. Después por problemas económicos este emprendimiento privado pasó a ser del estado nacional, por una decisión del presidente Alvear. Esto explica que este teatro tenga sus materiales traídos desde España. Estas tensiones son complejas, ricas y nos ayudan a comprender lo nacional.
DEMARIA: Es Ciro quien me convoca para que escriba la obra. La idea fue celebrar al Cervantes y a los Teatros Argentinos, así con mayúsculas. Esto nos lleva a La Ranchería, que se supone que fue el primer ámbito estable en esta ciudad. Fue la oportunidad de hacer referencia a un tiempo -el virreinato- que ya ni en las escuelas se habla. Hubo un país antes de 1810, que también nos constituye. Sentí que era una gran oportunidad de escribir una comedia sobre este tema. Tomé a Juan José de Vértiz y Salcedo porque es de la época de La Ranchería, el único que nació en América. Le decían “el de las luces”, hoy le diríamos el “progresista”. Y al final también aparece el que le sigue: el Virrey Loreto. Cuando viajé a Madrid busqué el testamento y de ahí extraje datos que me sirvieron para la ficción.
—¿Sos la actriz fetiche de Ciro Zorzoli, “Estado de ira”, “Tarascones”, “Las criadas” y sigue la lista…?
BARRIENTOS: Me doy cuenta que lo elijo todo el tiempo. Fue el ayudante de Marta Serrano, en la cátedra de actuación, cuando fui alumna en la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD). Es como si a través de los años siguiéramos compartiendo y siguiendo esa historia. Tengo la sensación que es el mismo camino, con distintas expresiones y a través de diferentes obras. En lo personal me resulta muy rico, porque Ciro tiene una visión como director de actores. En cada encuentro siento que profundizo y reveo. Hay un núcleo de trabajo a explorar que es el mismo.
—¿Por qué haber elegido a Demaría?
Z: Ya teníamos una relación a partir de Tarascones y conocía todo lo que él sabe del mundo español y su historia. Nos une la comedia y el ritmo de vodevil. Pensé en él por el aire festivo y popular. Inmediatamente cuando empezamos me propuso que la pieza fuera en verso. Me pareció muy acertado, ya que las primeras obras que se dieron aquí lo fueron. Fue abrir una caja de resonancias.
—¿Por qué hoy un autor escribe en verso?
D: La primera vez que lo hice fue con La Anticrista y las langostas contra los vírgenes encratitas, en el 2010. Fue una necesidad estética, quería hacer un auto sacramental, pero también fue una reacción a cierto naturalismo que a mí me hartó como espectador. Creo que el actor debe enfrentarse a la dificultad del verso. Por ejemplo con Tarascones me propuse una comedia como Brujas pero versificada. En total tengo seis obras escritas en verso.
—¿Cuál es la dificultad de interpretar en verso?
B: Hay que estudiar, la dificultad no pasa por el verso o la prosa, sino la memoria de cada uno. Lo importante es poder memorizar el texto, te puede llevar dos o veinticuatro horas. Ciro (Zorzoli) muy pocas veces inicia los ensayos con todo el texto sabido. En este caso todo fue muy particular, porque se tuvieron que frenar los ensayos por una nueva cuarentena y se cambiaron los planes. Hay algo de la acción, de los elementos y de los otros intérpretes que ayudan a que recuerdes los textos. No se requiere un talento especial.
—¿Cómo fue el proceso de ensayos durante la pandemia?
B: En esos tiempos de nebulosa tener este proyecto fue muy importante, aunque no tuviéramos fecha exacta. El saber que existía en el horizonte ayudaba mucho. Fue feliz y contenedor. Siempre tenemos dudas, pero esta situación de preguntarnos: ¿se podrá hacer? ¿cómo sigue? o ¿saldrá? Por más que había un contrato firmado no se sabía qué podría ocurrir. Disfrutábamos cada ensayo sin saber si tendríamos que suspender si aparecía algún contagio. Este proyecto fue un permanente: “solo por hoy”.
—¿Hay fantasmas en el Cervantes?
B: Sí dicen que se escuchan pasos. Me gusta pensar que están.
D: Se habla del fantasma de María Guerrero. En 1997 hicimos aquí la obra En la jabonería de Vieytes que dirigimos con Helena Tritek, en ese momento había técnicos mayores que hablaban del recorrido de ese fantasma. Tenía una ruta. Los que creemos en ellos sabemos que siempre tienen un desplazamiento concreto, han quedado fijados por algo. El de Guerrero era hacia la terraza. Dicen que se escuchan ruidos que no son normales, o se ven sombras extrañas. No es el único teatro con fantasmas, el actual Mutiteatro, el Maipo y en el Payró también los hay.
La exhibición que saluda al pasado
Es infrecuente que un teatro en nuestro país cumpla 100 años. Muchos han sido destruidos y sólo nos quedan sus fotos. Por eso para festejar este primer centenario del Teatro Nacional Cervantes se armó una exhibición titulada El teatro omnímodo. Se la puede visitar de jueves a domingo de 12 a 18 horas, su entrada es libre y gratuita, sólo se necesita -por protocolo- una reserva previa, que se podrá realizar desde los días lunes en la página: www.teatrocervantes.gob.ar/obra/el-teatro-omnimodo/
El recorrido se inicia en el año 1921, por lo cual se podrán ver algunos de los trajes de la obra La dama boba, de Lope de Vega, que fue uno de los grandes éxitos de la fundadora del Cervantes: la actriz española María Guerrero. Luego se apreciará la producción escénica a nivel federal como fue Ollantay, de Ricardo Rojas, que dirigió Antonio Cunill Cabanellas, en 1939, reestrenada por Luisa Vehil, en 1964 y que hizo funciones en Francia.
Al visitar la sala Dragún se conocerán “los procesos creativos de los talleres y los trabajadores del teatro”. Así: objetos, utilería, vestuario, escenografía, laboratorio, sonido, maquinarias y fotografías dan cuenta de las diversas y emblemáticas puestas. En el primer piso se verá parte de la arquitectura del Cervantes a través del tiempo y la importancia del telón cortafuego, una video-instalación del artista y realizador Julián D’Angiolillo. También se conocerán los planos y archivos del edificio. Hay que subrayar que la curaduría y diseño de la exhibición fue responsabilidad de Valeria Keller, Teresa Riccardi y Candela Gómez.
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