El mejor regreso de un clásico de la comedia argentina

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La
historia
se
inició
cuando
la
Comedia
Nacional
Uruguaya
estrenó
“Esperando
la
carroza”
de
Jacobo
Langsner
en
1962.
Recién
en
1975
se
presentó
en
Buenos
Aires,
pero
fue
su
versión
cinematográfica
(1985)
con
la
firma
del
mismo
Langsner
y
Alejandro
Doria
la
que
resultó
exitosa.
Muchas
frases
que
aún
se
repiten
provienen
de
aquellos
actores
que
encarnaron
a
estos
personajes.
Ahora
en
el
teatro
Broadway
y
con
puesta
en
escena
de
Ciro
Zorzoli
otro
elenco
tomó
el
desafío
de
hacer
reír
en
estos
tiempos
y
rendir
homenaje
a
esos
intérpretes
que
ya
no
están:
China
Zorrilla,
Juan
Manuel
Tenuta,
Julio
de
Grazia
o
Enrique
Pinti.
Hoy
son
Campi,
Paola
Barrientos,
Pablo
Rago,
Ana
Katz,
Sebastián
Presta,
Valeria
Lois,
Mariano
Torre,
Andrés
Granier,
Milva
Leonardi,
Marina
Castillo
y
Mayra
Homar
quienes
asumen
el
riesgo.

Entre
los
papeles
más
difíciles
están
los
de
Elvira,
que
se
asocia
con
China
Zorrilla,
Mamá
Cora
con
Antonio
Gasalla
y
Nora
con
Betiana
Blum.
Por
eso
se
conversó
con
quienes
enfrentan
el
desafío
y
salen
más
que
airosos.
Hay
que
subrayar
que
Campi
encarna
otros
papeles
secundarios
como
la
profesora
de
francés,
el
pibe
y
una
vecina,
realizando
una
carrera
interpretativa. 

—Cada
uno
debe
luchar
con
la
imagen
que
se
tiene
del
actor
que
quedó
fijado,
así
China
Zorrilla,
Antonio
Gasalla
y
Betiana
Blum.
¿Cómo
hicieron?

Esto
no
les
gusta
a
los
autoritarios

El
ejercicio
del
periodismo
profesional
y
crítico
es
un
pilar
fundamental
de
la
democracia.
Por
eso
molesta
a
quienes
creen
ser
los
dueños
de
la
verdad.

PAOLA
BARRIENTOS:
Son
actuaciones
reconocibles,
cualquier
persona
que
hace
referencia
a
una
frase
de
China
Zorrilla
lo
dice
con
su
tono.
El
propio
contexto,
el
espacio
y
también
los
compañeros
te
arman
el
personaje,
porque
tengo
otra
Susana
(Ana
Katz)
y
otra
Nora
(Valeria
Lois)
que
las
que
tuvo
China.
Arranqué
sin
prejuicio,
con
el
recuerdo
que
tenía,
sin
imitarla,
sino
para
tomarla
de
trampolín.
Creo
que
hay
bastante
de
la
Elvira
de
China
y
también
hay
una
propia,
me
parece
que
logramos
un
encuentro. 

CAMPI:
Cuando
me
dieron
la
propuesta
dije:
“voy
a
hacer
mi
versión
de
mamá
Cora”.
Busqué
una
peluca,
una
forma
de
caminar,
pero
al
mismo
tiempo
dudé.
Hice
el
ejercicio
de
imaginarme
que
iba
al
teatro
a
ver
esta
obra,
donde
aparece
una
Mamá
Cora
que
no
es
como
la
imaginaba
y
me
desilusionó.
Por
eso
me
convencí
de
hacerla
lo
más
cercana
a
la
creación
de
Antonio,
aunque
desde
mí.
Traté
de
arrimar,
si
no
llego
a
Caballito
estoy
en
Flores.
Quiero
colaborar
para
que
estos
actores
sigan
vigentes,
estén
vivos
y
las
nuevas
generaciones
los
puedan
disfrutar.
Agarré
justamente
por
eso,
porque
se
los
está
dejando
olvidados
en
un
cajón.
Esperando
la
carroza
forma
parte
de
la
argentinidad,
como
el
Polaco
Goyeneche,
Mercedes
Sosa
o
qué
gusto
tiene
la
sal. 

VALERIA
LOIS:
Nunca
tratamos
de
imitarlos,
para
nada.
Nos
dedicamos
mucho
a
trabajar
con
el
texto
de
la
obra
teatral.
Esa
fue
la
sorpresa,
algunas
de
esas
frases
icónicas
están
en
la
película
pero
no
en
el
texto.
Siento
que
el
dramaturgo
volcó
por
completo
la
idiosincrasia
de
la
familia
argentina.
Hay
algo
de
estos
diálogos
de
cómo
están
escritos
que
te
invitan
a
actuar
de
una
manera
determinada.
Nuestra
búsqueda
fue
hacer
un
enorme
homenaje
a
todo
lo
que
es
Esperando
la
carroza
desde
su
autor,
el
director
de
la
película
y
a
su
elenco.
 Nunca
quisimos
caer
en
una
imitación.
Empezamos
a
ensayar
el
15
de
enero
con
Ciro
(Zorzoli,
el
director),
fueron
meses
muy
intensos.
Conformarnos
en
equipo,
más
que
un
elenco
que
llega
y
que
cada
uno
hace
lo
suyo.
Aquí
se
armó
esa
familia
que
era
necesario
contar
entre
once
actores.

—¿Por
qué
sienten
que
es
un
clásico
del
Río
de
la
Plata?

P.B:
Porque
nos
reconocemos.
En
esas
relaciones,
en
esos
colores
y
en
esos
personajes,
porque
ahí
está
mi
abuela
y
mi
profesora
de
geografía.

C:
Creo
que
es
como
Gardel,
la
voz
del
Río
de
la
Plata.
Tenemos
tanto
en
común
con
los
uruguayos
que
es
un
amor
compartido.

V.L:
Todo
el
tiempo
durante
los
ensayos
sentíamos
que
contábamos
parte
de
nuestra
familia.
No
todas
las
situaciones
pero
muchas
las
hemos
vivido.
Los
personajes
están
delineados,
uno
los
encuentra
en
todo
momento
y
en
todo
lugar.
Me
parece
que
en
ese
sentido
Esperando
la
carroza
es
como
una
foto
de
lo
que
somos,
aquí
y
del
otro
lado
del
charco.

—Aparece
el
tema
de
la
vejez:
¿cambió
en
algo?

P.B:
Es
que
se
extendió,
ahora
el
ser
humano
es
productivo
económicamente
por
más
tiempo.
Pero
en
este
momento
en
nuestro
país,
el
anciano
es
un
gasto,
porque
se
tiene
la
mirada
del
que
no
produce,
porque
el
único
valor
es
el
dinero
y
no
existen
otros
valores,
pareciera
que
la
única
variable
es
la
producción
y
el
dinero.
En
el
Excel
no
entraron
cómo
cuidar
a
alguien,
que
fue
muy
querido,
son
otros
valores,
más
inconmensurables.
Lo
que
siento
es
que
el
viejo
estorba.
Te
podría
decir
que
hoy
el
planteo
está
más
vivo
que
nunca.
Para

este
tema
resignifica
el
sentido
de
la
pieza,
que
está
vivito
y
coleando.

V.L:
Cuando
escucho
la
primera
escena
entre
bambalinas
me
digo
es
tremenda,
y
dolorosísima.
Después
todo
se
pone
gracioso
y
ocurrente.
Pero
está
latente
el
tema
de
la
tercera
edad,
la
vejez,
el
paso
del
tiempo
y
de
qué
hacer
con
nuestros
mayores.
Siento
que
hay
un
poco
más
de
lucidez,
pero
mucho
de
lo
que
se
dice
en
la
obra
en
tono
de
gracia
es
muy
fuerte
y
real.
Volverse
un
estorbo
para
los
demás,
que
nadie
quiera
asumir
el
papel
del
que
cuida
o
tener
que
repartir
las
responsabilidades
son
temas
que
siguen
siendo
vigentes,
porque
no
los
resolvimos.

C:
El
amor,
el
respeto
y
el
cuidado
de
los
argentinos
hacia
nuestros
viejos
no
creo
que
se
haya
modificado
tanto
desde
lo
que
cuenta
Esperando
la
carroza.
En
ese
aspecto
desgraciadamente
sigue
representando
que
no
somos
una
sociedad
como
la
oriental
que
tiene
un
respeto
por
sus
ancianos.
Nosotros
en
mi
familia
disfrutamos
de
nuestros
viejos.
Básicamente
se
tiene
que
sentir
útil,
querido
y
necesario
si
esas
tres
cosas
suceden
se
extiende
la
vida
de
cualquier
ser
humano.

—¿Qué
significa
hacer
comedia
en
la
Argentina
del
2024?

P.B:
Es
una
sensación
de
que
nos
volviéramos
niños
de
nuevo.
Hay
algo
muy
primario,
como
un
lugar
de
juego,
ingenuo
y
suelto.
Uno
de
adulto
va
perdiendo
esos
espacios
y
el
teatro
es
el
único
ámbito
que
te
permite
recontrarte
con
esta
risa.
Aunque
esté
la
preocupación
por
los
destinos
del
INCAA,
porque
es
realmente
inconmensurable
el
valor
del
acervo
cultural
de
un
pueblo.
En
la
película
Esperando
la
carroza
ves
esos
actores
que
van
quedando
como
capas
geológicas
y
que
los
necesitamos
porque
son
los
que
nos
cuentan.
En
otros
momentos,
otras
personas
necesitarán
de
mi
generación
para
que
les
contemos.

C:
Me
formé
en
el
drama
pero
hace
treinta
años
que
me
convertí
en
un
especialista
en
la
comedia
y
lo
disfruto
mucho.
La
gente
es
muy
agradecida
con
el
comediante.
Creo
que
los
argentinos
siempre
necesitamos
el
humor,
nunca
estuvimos
en
Disneylandia,
todos
tuvimos
altibajos.
Se
transformó
en
un
espectáculo
como
de
culto.
Forma
parte
de
nuestro
ADN,
frases
como
“yo
hago
ravioles,
ella
hace
ravioles”,
no
hay
que
explicarla
porque
forma
parte
de
nosotros.

V.L:
Decimos
que
estamos
en
una
situación
privilegiada
por
tener
un
trabajo
casi
estable,
por
lo
menos
por
algunos
meses.
Hacer
reír
y
compartir
escenario
con
compañeros
que
lo
hacen
tan
bien
es
una
alegría
permanente.
El
elenco
es
una
fuente
de
inspiración
total
para
hacer
lo
que
hago
en
el
escenario,
porque
las
miradas
que
tenemos
con
Milva
(Leonardi)
quien
hace
de
mi
sobrina
me
sirven
muchísimo.
Ilumina
mi
personaje,
la
de
esa
tía
tan
particular.
La
gente
se
ríe
y
se
emociona
y
es
lo
que
siempre
quiero
que
pase
cuando
hago
teatro.